4.12.11

Mérito olímpico


David Casinos ha sido tres veces campeón paraolímpico en lanzamiento de peso y está considerado el mejor invidente del mundo en esta disciplina. Campeón también en disco, inició su carrera deportiva siendo un adolescente. Sin embargo, a sus 26 tendría que enfrentarse al reto más difícil de su vida después de que una retinopatía diabética lo dejase ciego.

Nació en Valencia en 1972. Su interés por el deporte se despertó muy temprano, cuando todavía estaba en el colegio, de la mano de su entrenador Bernardino Molina. Más tarde, probaría suerte en la sección de atletismo del Valencia Club de Fútbol donde trabajó junto a Vicente Ferrer, al que recuerda con mucho cariño. Durante todo este tiempo tuvo que lidiar con la diabetes, las inyecciones de insulina y el riesgo de que su enfermedad pudiese agravarse de un momento a otro. Pese a todo, David nunca perdió las ganas.

En la carrera de todo deportista amateur llega el momento de plantearse el salto al mundo profesional. Para David Casinos, esa oportunidad surgió gracias a un nuevo entrenador, José Vicente Fernández. Con él se introdujo en la modalidad de lanzamiento, siendo el martillo su aparato fetiche, y comenzó a competir a nivel internacional.

Parecía que por fin, todas sus horas de esfuerzo, dedicación y, sobre todo de lucha contra un hándicap tan impepinable como la diabetes, iban a dar sus frutos. Paradójicamente, este punto tan dulce en lo profesional coincidía con uno de los más terribles de su vida: una repentina retinopatía diabética le arrebató completamente la vista y, lo que es peor, la realidad tal y como la conocía. Con tan solo 26 años, tenía ante sí el más grande de los retos: reconducir su día a día. Al margen del deporte, había estudiado automoción y su debilidad era conducir coches, motos y viajar. Ahora nada de eso le era posible o no en la misma forma que lo venía haciendo. Por eso, y a pesar de lo mucho que lo costó asumir su ceguera, David se vio en la obligación de abandonar su trabajo en una multinacional para ingresar en el centro Castell Arnau de Sabadell en el que, con la actitud de un niño 'esponja', aprendió cómo valerse por sí mismo de nuevo. El valenciano todavía recuerda emocionado las lágrimas de su madre cuando lo acompañó de la mano hasta el interior del centro, en el que se quedó interno.

Tras concluir su rehabilitación en Castell de Arnau, David siguió echando los restos para no descolgarse del deporte de élite. Los valores que fue asimilando codo con codo con Molina, Ferrer o Fernández, estaban madurando ahora que Manuel Puchalt, uno de los nombres más reconocidos en el mundo del entreno paraolímpico, se había fijado en él. En esta nueva etapa se gestarían las mayores hazañas de su trayectoria: los tres oros consecutivos en Sidney, Atenas y Pekin, tres campeonatos de Europa en lanzamiento de peso y un campeonato del mundo en peso y disco. Pero David no titubea a la hora de destacar los logros más importantes de su vida: su mujer Celia y su “esperanza negra”, su perra guía Ximena, de homónimo color. Sin ella, ha dicho, “volvería a estar ciego”.

A día de hoy David da clases de coaching para Teléfonica o el Levante U. D., pero la reincorporación al mundo laboral no fue un camino de rosas. Cuando regresó de Sabadell a Moncada, decidió solicitar la venta del cupón puesto que necesitaba ingresos y las ofertas de trabajo no llegaban. Para él, todo el apoyo que le brindó la fundación O. N. C. E. fue fundamental para recuperar algo que considera valiosísimo, su independencia.

Por delante, Londres 2012. En la ciudad del Támesis podría colgarse su cuarta medalla de oro, pero David no quiere augurar nada al respecto. Como él mismo explica, no es quien de predecir que ocurrirá, pero sí de hacer lo que tiene que hacer para conseguir lo que quiere. Este optimismo y este ejemplo de superación han inspirado un documental estrenado recientemente y que narra en primera persona un día en la vida del triple campeón olímpico, 'Una luz diferente'.

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