30.11.11

Cortar por lo no sano

Entre Alemania y Turquía, el currículo de Christoph Daum como técnico es extensísimo. Recientemente confirmado para el banquillo del Brujas tras la destitución de Adrie Koster, el germano se ha pasado gran parte de su carrera haciendo las maletas entre estos dos países. Pero él ni es turco de origen alemán, ni alemán de origen turco. Sus movimientos migratorios estuvieron marcados, casi en su totalidad, por el escándalo.


Un despiste llamado Jovo Simanic

Pese a cosechar títulos, protagonizar importantes logros o firmar ascensos con Colonia, Stuttgart, Besiktas, Austria de Viena o Fenerbahçe, Daum siempre ha vivido contaminado por la polémica. Tanto por sus méritos deportivos como extradeportivos, la primera vez que la prensa internacional reparó en él fue en su etapa al frente del Stuttgart. Se trataba de su segunda aventura como entrenador, tras debutar en el Colonia. No le fue nada mal, ya que conquistó un campeonato de liga, pero un error de novato en Champions League le costaría el puesto tan solo una temporada después. Un año especial para esta competición, que estrenaba su actual nombre. En primera ronda, el bombo deparó un enfrentamiento entre Stuttgart y Leeds United. En el partido de ida, los de Daum derrotaron a los ingleses por 3-0 con dos goles de Walter y uno de Andreas Buck. La eliminatoria se antojaba fácil para los alemanes, aunque el Leeds de Éric Cantona no iba a rendirse así como así. En Elland Road, los locales anotaron hasta cuatro veces -con gol del delantero francés precisamente- por una de Buck. Hasta ahí todo correcto, el Stuttgart estaba clasificado por el valor doble de las dianas a domicilio. Nada más lejos. En ese último choque, Christoph Daum, realizó un cambio sin percatarse de que estaba excediendo el número de extracomunitarios permitidos por la competición. Fue el yugoslavo Jovo Simanic el que, tras sustituir a Maurizio Gaudino y coincidir en el campo con el suizo Adrian Knup, el islandés Eyjolfur Sverrison y el serbio Slobodan Dubajic, se convirtió en el cuarto. Consecuentemente, se aplicó el resultado de 3-0 establecido para estos casos de alineación indebida, obligando a jugar un tercer duelo de desempate. El partido se celebró en el Camp Nou, terminando con un 1-2 para el Leeds y propiciando la salida del entrenador del Stuttgart. Su siguiente aventura, la primera en Turquía, sería al mando del Besiktas. Allí ganaría una copa y una liga turca.

Alemania, segunda parte

En 1996, Daum volvió a su país natal para hacerse cargo del Leverkusen. Y brilló de nuevo. En cuatro años fue tres veces segundo clasificado de la Bundesliga lo que le brindó en el 2000 una oportunidad única: le ofertaron el banquillo de la Mannschaft. Para un técnico con su trayectoria, dirigir al combinado nacional podría suponer la consagración definitiva. Sin embargo, ese sueño tornaría en pesadilla, la más cruel de su carrera.

Al tiempo que negociaba con la Federación alemana su incorporación a la selección, empezaron a surgir una serie de rumores que lo vinculaban con el consumo de cocaína. Mal aconsejado por su entorno -según sus propias palabras-, Daum decidió coger el toro por los cuernos y se sometió a una prueba de detección de sustancias basada en una muestra de su cabello. Su plan no tuvo el efecto deseado, más bien todo lo contrario. Los resultados revelaron una concentración de cocaína de 72 nanogramos por miligramo, muy por encima de la media. Para los expertos no cabía lugar a dudas, Christoph Daum debía ser considerado un consumidor habitual. Sin tiempo a réplica, se quedó en el paro y su precontrato con la Federación alemana se vino abajo. En un último intento, el hasta entonces manager del Leverkusen negó tales acusaciones y alegó que el pelo analizado no le pertenecía. Asimismo, arremetió contra su ex equipo asegurando que en ningún momento se respetó su presunción de inocencia, forzando además su salida. "La presión fue tan fuerte que me metieron en un avión que no reservé yo, sino ellos", declaró Daum a este respecto. Ese avión lo llevaría hasta Florida donde, en tan solo una semana, fue capaz de cambiar hasta cinco veces de domicilio. El alemán seguía empeñado en solicitar un contraanálisis que demostrase su inocencia. Paradójicamente se cortó su característica melena rubia, tan voluminosa y brillante como su lista de hazañas, símbolo de tiempos mejores. Mas el culebrón Daum era la historia de nunca acabar y  hasta el káiser, Beckenbauer, llegó a declarar que su compatriota era un enfermo. Ante tal situación, este estalló. En enero de 2001 convocó una rueda de prensa en Colonia y reconoció su adicción a las drogas.

Tras ese inevitable break, Daum volvería a los banquillos, una vez más, en Turquía. Conquistó otro campeonato nacional con el Besiktas, pero dejó la Superliga turca y se fue al Austria de Viena para luego sustituir a Luis Aragonés como cerebro del Fenerbahçe. Dos títulos de Liga en su haber, pero otro perdido en la última jornada contra el Galatasaray. Christoph Daum había quemado otra etapa. Sin embargo, tras retornar a casa y entrenar de nuevo a su primer equipo, el Colonia, se daría una segunda oportunidad en el Fernbahçe. Desde entonces, ha protagonizado un breve paso por el Eintracht -fracasando en su intento de salvar al club del descenso- y, desde el pasado 9 de noviembre, es oficialmente técnico del Brujas.

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