11.12.11

El Urko Pardo que sí quería ser Víctor Valdés


El APOEL hacía historia al clasificarse para octavos de final de la Liga de Campeones. Un pase inédito para el fútbol chipriota liderado, entre otros, por un cancerbero con raíces españolas. Urko Pardo, que creció en la Masía, no llegó a debutar en el Barcelona por una inoportuna lesión.

Lo cierto es que Urko Pardo, de padre vasco y madre gallega, ha protagonizado una suerte de enrevesado eurotrip antes de hacerse con la titularidad de la portería del APOEL de Nicosia. Comenzó su andadura en su país natal, en la cantera del Anderlecht belga, pero lo hizo en el lado opuesto del terreno de juego. En la delantera se fogueó hasta los 12 años cuando se lesionó el guardameta del equipo y se ofreció a cubrir su baja. Desde entonces se dedica a atrapar balones, no a enchufarlos.

Puede que su demarcación sobre el césped ya estuviese clara a una edad temprana, pero no tanto su techo en esto del balompié. Si bien le surgió la oportunidad de seguir creciendo en la Masía durante hasta ocho temporadas, no fue al lado de Victor Valdés donde maduró sus habilidades bajo palos. Aunque, a diferencia de Víctor, a Urko sí le gustaba ser portero. Por eso no desaprovechó los retos que le llegaron en forma de cesiones a clubes más modestos como el Cartagena o el Sabadell. Pese a todo, en el Barcelona nadie lo había descartado, es más, en 2002 con Radomir Antic al frente del banquillo azulgrana, su salto al primer equipo de cara a la siguiente campaña era un hecho. Con el contrato redactado y a falta de la firma, una lesión se cruzó de nuevo en su camino, esta vez, suya. Durante el último entrenamiento del año, se rompió el ligamento cruzado y se quedó en el dique seco más de diez meses. 

Después hizo las maletas y probó suerte lejos de nuestro país. Urko no iba a permitir que un revés le cerrase no solo las puertas del Barça, sino las del fútbol profesional. En 2007 llegó a Grecia y, tras un breve paso por el Iraklis, se fue al Rapid de Bucarest. Ni en uno ni en otro consiguió cuajar, en el segundo apenas disfrutó de minutos. Con semejante panorama a la vista, Urko vio el cielo abierto cuando el Rapid le propuso jugar cedido en el Olympiacos de Ernesto Valverde. Cumplió y fichó. Por primera vez, tenía presencia en un club grande en el que se habría quedado de no ser por pequeñas discrepancias en torno a su renovación. Sin embargo, bien sabido es que no hay mal que por bien no venga y, en su caso, este dicho no podría ser más representativo. Al tiempo que no se esclarecía su situación en el conjunto heleno, su guía en el Iraklis, el ahora técnico del APOEL Ivan Jovanovik, lo llamó de nuevo. El equipo checo no estaba necesitado de porteros ni mucho menos, pero el conocimiento que el entrenador tenía del belga fue suficiente carta de presentación para que decidiese ofrecerle la meta de un club más ilusionado que nunca porque iba a disputar la Champions con los peces gordos del continente. 

Ahora con un APOEL de leyenda, clasificado para la siguiente ronda de la máxima competición europea como primero de un grupo que compartía con tres recientes campeones de la UEFA -o Europa League-, es fácil apoyar la apuesta de Jovanovik. Lo cierto es que, de la mano, Urko y el APOEL han escrito una nueva página en la historia del deporte chipriota.

A punto de ser el sustituto de Aranzubia

Este verano el nombre de Urko Pardo estuvo entre los que barajó Augusto César Lendoiro para reforzar la portería blanquiazul en el supuesto de que Dani Aranzubia se incorporase a las filas del Málaga, tal y como se especulaba. Con el riojano en Coruña, la operación no tendría mucho sentido, pero por si acaso, ni el Deportivo lo descarta de cara al futuro ni Urko descarta volver al país natal de sus padres.

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